
Consideraciones legales sobre el uso del estilo visual de Studio Ghibli: derechos de autor y protección de datos
La fusión entre la creatividad y la tecnología en la era digital ha dado lugar a nuevas formas de expresión artística, como la transformación de imágenes a la estética de Studio Ghibli.
Sin embargo, esta tendencia, que busca imitar la magia visual de las películas, ha abierto importantes debates en lo que respecta a la protección de datos personales en el contexto del uso de herramientas con inteligencia artificial, así como los derechos de autor inherentes al estilo Ghibli.
Riesgos para la protección de datos
En las últimas semanas hemos visto como miles de usuarios de redes sociales, principalmente persuadidos por los “influencers”, han compartido a través de sus perfiles fotografías personales con esta estética japonesa.
Sin embargo, el uso de herramientas digitales que utilizan inteligencia artificial para la edición de fotos, en este caso, para la transformación de fotografías al estilo Studio Ghibli, como es el caso de OpenAI, plantea interrogantes significativos en torno a la protección de datos.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que las imágenes que compartimos con estas herramientas contienen datos personales. Recordemos que, de acuerdo con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) se entiende por dato personal cualquier información que permita identificar, directa o indirectamente a una persona física. En este sentido, las imágenes se consideran como datos personales, ya que a través de ellas se puede revelar la identidad de una persona a través de sus rasgos faciales.
Por lo tanto, al hacer uso de estas herramientas de edición de fotos estamos dando acceso a las mismas a imágenes que contienen datos personales, incluso a datos biométricos, como puede ser el iris, que son considerados de categoría especial de acuerdo con la normativa.
Si atendemos a la política de privacidad de OpenAI, se indica que la compañía puede utilizar el contenido cargado por los usuarios, como imágenes o texto, entre otros, para mejorar y entrenar sus modelos de inteligencia artificial, a menos que el usuario haya solicitado explícitamente que sus datos no sean utilizados para este fin.
Es decir, que OpenAI puede utilizar las fotos que compartimos con la herramienta para entrenar su inteligencia artificial, si el usuario no se opone a dicho tratamiento.
Por lo tanto, antes de dejarse llevar por este tipo de tendencias, es muy importante leer detenidamente la información sobre el tratamiento de datos personales que lleva a cabo la herramienta y conocer los posibles riesgos que conlleva la transformación de nuestras fotografías a esta estética tan llamativa.
Identidad visual y derechos de autor
A pesar de que, en sí, el estilo artístico de Studio Ghibli no cuenta con la protección de la propiedad intelectual, la controversia se centra en el proceso subyacente para lograr esta imitación.
Debemos tener en cuenta que el estilo no puede ser objeto de protección de derechos de autor, sino que lo que se protege es la expresión de las creaciones originales.
En este sentido, el problema no reside en tomar el estilo como inspiración, sino el posible uso ilícito que se haya hecho de las imágenes de Studio Ghibli, que sí se encuentran protegidas por derechos de autor, para el entrenamiento de los algoritmos de inteligencia artificial necesarios para replicar dicho estilo, lo que podría suponer una infracción de derechos por parte de OpenAI al no contar con la autorización correspondiente.
Por su parte, OpenAI está solicitando que se considere el entrenamiento de la IA con obras protegidas bajo la figura del “faire use” (uso justo). Sin embargo, justificar la legitimidad de esta práctica es cuestionable y resulta difícil para una entidad como OpenAI.
Permitir esta excepción sentaría un peligroso precedente, habilitando el entrenamiento de algoritmos con material con derechos de autor sin la debida atribución, permiso o retribución económica a sus creadores.
Debate del uso de la IA y plagio de estilos
Esta nueva función de la empresa OpenAI ha abierto un nuevo debate en torno a los límites entre la inspiración y el plagio en la era digital. La inteligencia artificial generativa ha llegado para quedarse y su uso ha dividido a la población, entre los que lo ven como una herramienta para la innovación y la experimentación y los que expresan su preocupación por la posibilidad de que desparezcan las identidades artísticas.
En una actualidad donde las máquinas pueden aprender a replicar patrones artísticos, ¿dónde queda la autoría y la originalidad?

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