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Salida de un socio fundador: qué pasa y cómo evitar problemas

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Salida de un socio fundador: cómo evitar problemas

Salida de un socio fundador: qué pasa y cómo evitar problemas

Fundar una empresa junto a otras personas suele ser una experiencia intensa, llena de ilusión y trabajo compartido. Pero a medida que el proyecto avanza, no siempre todos siguen el mismo camino. Es normal que con el tiempo cambien las prioridades, surjan diferencias o aparezcan nuevas oportunidades. Cuando eso ocurre, uno de los escenarios más delicados es la salida de un socio fundador. Aunque es algo relativamente común, si no se ha previsto bien desde el inicio, puede generar tensiones internas, decisiones bloqueadas o incluso conflictos legales que afectan el rumbo de la empresa.

Cuando un socio fundador se va, no solo deja de trabajar en la empresa. Muchas veces sigue siendo dueño de una parte del negocio, lo que le da derecho a opinar, votar y cobrar beneficios. Esto puede complicar las cosas si ya no colabora con el equipo. Además, si no se firmaron acuerdos claros desde el principio, ese socio podría usar ideas o información de la empresa para montar otro proyecto parecido, y eso puede causar problemas.

Uno de los principales motivos de conflicto suele ser el reparto de participaciones. Es común que al inicio todos los socios dividan la propiedad de forma igualitaria, sin pensar en qué pasará si alguien se aleja del proyecto. Si no se acordó que las participaciones se ganen con el tiempo o en función del compromiso, puede ocurrir que una persona que apenas participó en el desarrollo se quede con una parte significativa del negocio.

También es importante dejar claro desde el principio quién es dueño de lo que se crea en la empresa. Hablamos de cosas como el software, la marca, la base de datos de clientes o las presentaciones comerciales. Si no se firma ningún documento que indique que todo eso pertenece a la empresa y no a cada persona individualmente, puede haber disputas más adelante. Además, sin cláusulas de confidencialidad o cláusula de no competencia, un socio que se va podría usar esa información para competir directamente.

Por eso, lo mejor es prevenir. Una herramienta muy útil es el pacto de socios. Este documento, que firman todos los fundadores, establece reglas claras sobre qué pasa si alguien se va, cómo se reparten las decisiones importantes, qué pasa con las participaciones y cómo se protege la información. Aunque al principio pueda parecer innecesario, tenerlo evita muchos problemas en el futuro y demuestra que el equipo actúa con seriedad.

También es recomendable que cada socio firme un acuerdo donde quede claro que todo lo que crea para el proyecto pertenece a la empresa. A esto se pueden sumar cláusulas que eviten que esa persona compita directamente o comparta información una vez que se haya ido. No se trata de desconfiar, sino de proteger el trabajo de todos.

En resumen, que un socio fundador se marche no tiene por qué convertirse en un problema grave. Siempre que se actúe con anticipación, diálogo y reglas claras, es posible gestionar su salida de manera profesional, cuidando tanto las relaciones personales como el futuro del proyecto. Pensar en estos escenarios desde el inicio no significa ser pesimista, sino todo lo contrario: es una señal de compromiso con la empresa y con las personas que la forman.

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