Ago 26 2025

Errores legales más comunes al crecer o lanzar un producto y cómo evitarlos

En un ecosistema marcado por la inmediatez y la interacción constante, muchas startups optan por crecer primero y regularizar después, pero el precio de descuidar el cumplimiento legal desde un primer momento puede ser elevado. Litigios entre socios, disputas sobre la propiedad del software o sanciones por incumplir la normativa de datos pueden frenar el crecimiento justo cuando más tracción se está ganando.

Este artículo no pretende ser un freno al impulso empresarial, sino una guía preventiva que ayuda a proteger aquello que se está construyendo.

Tres errores clave que ponen en jaque a las empresas digitale

Estos son los 3 errores más comunes que encontramos:

1. Descuidar la propiedad intelectual

Tu startup puede tener un gran producto, una comunidad activa y un storytelling inimaginable, pero si el código, diseño o nombre no te pertenecen legalmente, estás construyendo sobre arena, y este error es más común de lo que parece.

Entre estos errores destacamos:

No registrar la marca. Tener un dominio web o una cuenta en redes sociales no equivale a tener la titularidad legal del nombre. Sin registro, cualquiera podría adelantarse.
Código sin cesión. ¿Quién desarrolló el software? ¿Firmaste un contrato que ceda expresamente los derechos? Si fue un freelance, un CTO externo o incluso un colaborador informal, podrías no tener control legal sobre tu propio producto.
Diseños y contenidos desprotegidos. Desde logotipos hasta ilustraciones o vídeos promocionales, todo debe estar documentado y vinculado por contrato a la empresa.

¿Cómo prevenirlo?

Registra la marca cuanto antes.
Firma contratos de cesión de derechos sobre todo lo que tenga valor creativo o técnico.
No subestimes el valor de una asesoría especializada en propiedad intelectual.

Una empresa que no controla su propiedad intelectual es una empresa que no controla su negocio.

2. Falta de concreción en los contratos

En los primeros meses las startups suelen moverse entre promesas, correos informales y acuerdos verbales. Se prioriza el avance técnico, la captación de usuarios y la búsqueda de financiación, pero lo que no se define en contratos acaba generando problemas, tales como:

Fundadores sin pacto de socios. ¿Qué ocurre si uno quiere irse? ¿Y si entra un inversor y no existe reparto claro?
Contrataciones poco formales. Freelancers, agencias, desarrolladores o diseñadores que trabajan sin definir plazos ni titularidad de lo creado.
Confidencialidad y competencia. ¿Pasa algo si le cuento a otra persona tu proyecto? ¿Tienes cláusulas de no competencia y exclusividad?

Para mitigar estos riesgos deberíamos:

Redactar un pacto de socios desde el inicio. Aunque aparezca pronto, es cuando más alineamiento hay.
Formalizar todas las relaciones clave mediante contratos escritos.
Incluir cláusulas de confidencialidad y propiedad intelectual en todos los acuerdos externos.

Los contratos no solo previenen conflictos, dan seriedad al proyecto y seguridad a los inversores.

3. Falta de adaptación al RGPD

Es muy habitual y uno de los errores más frecuentes en las nuevas empresas que cuentan con sitio web la ausencia o deficiencia de los textos legales (política de privacidad, aviso legal y política de cookies). Muchas veces encontramos políticas de privacidad redactadas por IA, avisos legales incompletos, banners de cookies mal configurados o, directamente, ningún documento disponible al usuario.

Esto no solo supone un claro incumplimiento del RGPD y de la LSSI-CE, sino que transmite desconfianza al usuario y puede derivar en sanciones relevantes por parte de las AEPD.

En un sitio web debe incluirse sí o sí:

Aviso legal con los datos identificativos del titular del servicio.
Política de privacidad ajustada al tipo de tratamiento de datos personales que se va a realizar.
Política de cookies clara y actualizada, con un banner de consentimiento conforme.
Términos y condiciones del servicio, especialmente si el servicio se va a prestar mediante el sitio web.

Estos textos deben adaptarse a tu modelo de negocio, no ser genéricos. Contar con ellos no es opcional: es obligatorio y, sobre todo, estratégico para construir una relación de confianza con tus usuarios desde el minuto uno.

Innovar exige asumir riesgos. Pero hay riesgos que son estratégicos y otros que son innecesarios. Los legales, si se gestionan bien desde el inicio, son de los que más fácil se pueden evitar.

Lo que hoy se ignora por falta de tiempo o de recursos, mañana puede costar años de reputación o miles de euros en litigios.